Por Sara Leiva
Escuchamos mucho el término inclusión financiera, especialmente en el entorno crediticio, y muchas veces, sin entender el significado y el impacto de estas palabras en la sociedad.
Empecemos por definir qué es “inclusión financiera”. Según el Banco Mundial, la inclusión financiera significa, para personas físicas y empresas, tener acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades (transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro) prestados de manera responsable y sostenible.
Para la Cepal, la inclusión financiera se define en tres dimensiones acceso, uso y calidad. El acceso significa la facilidad con la cual los individuos pueden acceder a los servicios y productos financieros disponibles de las instituciones formales. El uso se refiere a uso efectivo de los productos financieros, tiene que ver con la regularidad y frecuencia de uso, así como el objetivo con el cual se usa el sistema financiero. Finalmente, la calidad se especifica en términos de las características del acceso y del uso.
De lo mencionado previamente se pueden extraer algunos términos claves a la hora de entender el impacto de la inclusión financiera. En primer lugar, debemos conocer los actores en este contexto: las personas y empresas, las instituciones financieras y los reguladores, el ecosistema en el que conviven estos actores y los factores externos que intervienen como la accesibilidad a los productos financieros.
En segundo lugar, en qué benefician los servicios financieros a estos actores, pues facilitan la vida cotidiana y ayudan a las familias y las empresas a planificarlo todo, desde los objetivos a largo plazo hasta las emergencias imprevistas. Las personas y empresas utilizan comúnmente los servicios financieros, como créditos y seguros, para iniciar y ampliar negocios, invertir en educación o salud, gestionar riesgos y sortear crisis financieras, todo lo cual puede mejorar su calidad de vida.
Si se logra que los actores claves conozcan, comprendan y utilicen estos servicios financieros y las regulaciones son apropiadas para controlar y minimizar los factores externos se alcanzaría la inclusión financiera. Por ende, la inclusión financiera es un factor clave para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad de una sociedad.
Existen muchos ejemplos de países que han logrado avances en materia de inclusión financiera porque han creado un entorno normativo y reglamentario propicio, y han fomentado la competencia permitiendo a las instituciones bancarias y no bancarias innovar y ampliar el acceso a servicios financieros.
La tecnología financiera se ha convertido en un actor clave pues ha contribuido a mejorar el acceso a las pequeñas empresas y poblaciones difíciles de alcanzar a servicios financieros a un costo más bajo y con menos riesgo.
Existe toda una rama de la tecnología específicamente la tecnología financiera (FINTECH) dedicada a estudiar, comprender y desarrollar soluciones innovadoras a problemas cotidianos que enfrentan las personas y empresas, entre ellas se pueden mencionar:
- Garantizar que el acceso y los servicios financieros lleguen a los grupos difíciles de alcanzar, como las poblaciones vulnerables de las zonas rurales;
- Idear productos financieros útiles y pertinentes, que se adapten a las necesidades de los usuarios por medio de la comprensión de los perfiles y acceso a mejor información;
- Optimizar el ahorro; las gestiones más rápidas y automatizadas mejoran la eficiencia.
Estas y otras características contribuyen con la inclusión de las personas y empresas a la economía formal que inciden directamente en el desarrollo social y económico de un país.